Golf: control, precisión y estabilidad

El golf cosiste en lanzar una pelota con diferentes palos e introducirla en una serie de 9 ó 18 hoyos muy espaciados, abiertos en un campo -que varía entre dos y cuatro kilómetros- cubierto de césped, con accidentes naturales y artificiales. Gana quien logra hacerlo con el menor número de golpes.

Teniendo en cuenta la dinámica de juego en sí, se analiza las capacidades condicionales y coordinativas de trabajo. Para ello, debemos tener muy en cuenta que un correcto equilibrio muscular transmite una potencia directa en el golpe, ya que, dicha velocidad+fuerza (potencia) proviene de las piernas, no de los brazos y tener una base firme hace que el tronco gire con más velocidad sin perder nunca el balance.

La preparación física es una actividad vital en el día a día de cualquier golfista, fundamental para prevenir la mayoría de las lesiones y dolencias típicas de los jugadores, mucho más importantes y molestas de lo que podría parecer a primera vista.

Varios aspectos del golf suponen un riesgo para padecer dolores de espalda; la inclinación mantenida y el movimiento de torsión brusco que se produce al golpear la bola con el palo, y la repetición del movimiento siempre al mismo lado, que tiende a generar desequilibrios de la musculatura y la agresividad del propio impacto contra la bola y la vibración que éste genera. Estos aspectos empeoran si no se hacen ejercicios compensatorios y en función de la frecuencia con la que se juegue.